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noticias de la semana

noticia lunes

La frontera entre la información y el alarmismo en temas de salud es muy tenue y la aparición de un nuevo coronavirus en China ha puesto otra vez a prueba a los medios de comunicación. El debate entre los lectores de EL PAÍS saltó desde que se publicó la primera noticia hace tres semanas. Desde entonces, casi todos los días hay alguien que critica al diario porque cree que exagera el problema. Otros opinan lo contrario. La polémica no acaba pese a que el propio periódico ha llamado públicamente a la cautela y la mesura.

El problema del nuevo virus fue identificado el 16 de diciembre en un hospital de Wuhan (China), pero Pekín no informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta el 31 de diciembre. Diez días después, EL PAÍS publicó en la web la primera información con este titular: Un virus similar al SARS, responsable de la misteriosa neumonía en China.

el texto se indicaba que había 59 personas infectadas, pero ningún fallecimiento. La comparación con el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave), que causó 774 muertes en 2002 y 2003, provocó las primeras críticas. Esto comentó un lector en la web: “Venga, a alarmar. 59 afectados por una pulmonía a lo sumo, cero muertos”. Otro le respondió: “Pues es para alarmarse. Si el virus procede de un animal (como se cree), hay un grave problema de salud pública que puede provocar una epidemia”.

Fue el principio de un debate que se disparó cuando el periódico comenzó a publicar el tema en su edición impresa a partir del 17 de enero. El titular en la página 26 de ese día fue: La OMS vigila el avance del virus descubierto en China y detectado en otros dos países. Para entonces, la enfermedad se había cobrado una víctima mortal. Y dos más el día 20, cuando el encabezamiento en la web fue este: El mortal virus de Wuhan se expande por China. El lector Pedro Brañas me dijo por correo que le parecía “inaceptablemente alarmista”. “No me parece un titular responsable para un periódico serio”.

Siete días después, los infectados eran ya 4.400 en una veintena de países —la mayoría en China, pero la infección ya había llegado a Europa— y la cifra de fallecidos superaba el centenar. Aun así, algunos lectores mantenían posiciones críticas como estas: “Este extraño virus tiene a todos los medios de comunicación poniendo a la población en alerta emocional como si se tratara de la epidemia del fin del mundo”; “alarmismo, que hay que vender”; “esta retransmisión puntual de cada caso solo sirve para transmitir paranoia y alarmismo”.

Varios lectores se preguntan por qué el periódico narra esta infección y no los graves efectos de la gripe. En la temporada 2018-2019, recuerda C.F., la gripe costó la vida en España a 6.300 personas.

noticia martes

La escena destacaría por su intensidad dramática en cualquier película o serie de ficción, pero es real, ocurrió el pasado lunes y el vídeo ha dado la vuelta al mundo. Vladímir Putin reúne a su consejo de seguridad y pide a sus miembros que se mojen sobre el reconocimiento de la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, un nuevo paso en el desmembramiento de Ucrania. Es el turno de Serguéi Naryshkin, jefe del servicio de inteligencia exterior, a quien se le ocurre sugerir que se dé una última oportunidad a los países occidentales, mediante un ultimátum a muy corto plazo, para volver a los acuerdos de Minsk.

Putin le interrumpe muy seco: “¿Qué quiere decir? ¿Pretende que abramos negociaciones o que reconozcamos la soberanía?”. Y llega el momentazo: Naryshkin balbucea, no sabe qué decir, sus labios murmullan un sí y un no, se queda en blanco unos segundos que se hacen eternos. “Hable claro”, le aprieta Putin. Y el jefe de inteligencia da un giro y va incluso más allá de lo debido: dice que apoya la incorporación de las dos repúblicas a la Federación Rusa. A lo que Putin le responde con otro toque de atención: “No estamos hablando de eso, sino de reconocer su independencia”. El pobre jefe de espías rectifica otra vez: sí, sí, lo apoya. “Bien. Gracias. Puede sentarse”.

El vídeo fue distribuido por el Kremlin en falso directo (alguien se ha fijado en los relojes), lo que indica que no había intención de disimular la humillación de un altísimo cargo por el presidente ruso. Y compadeces al tal Naryshkin, sin conocer qué historial tendrá detrás, porque quién no se ha visto pillado en un renuncio por su jefe alguna vez.

En El intermedio (La Sexta), Dani Mateo repasaba el vídeo destacando la habilidad de Putin para añadir tensión a situaciones ya tensas. “He visto documentales de La 2 en los que los cocodrilos se comen a un ñu con más delicadeza”, dijo el cómico.

hubiera un guionista tras los vídeos del Kremlin, se lo rifarían HBO, Netflix, Disney y Amazon Prime Video. Desde la frenética El ala oeste de la Casa Blanca a la danesa y civilizada Borgen, pasando por la más salvaje House of Cards y la española Venga Juan, hemos visto muchas series sobre las miserias ocultas de la alta política. Miserias que ocurren en las siempre imperfectas democracias, como las que ahora estallan en la oposición española. Esas batallas internas, partidistas o parlamentarias, tienen remedio, pero un conflicto armado a gran escala en Europa tememos que no. Habrá que volver a ver Occupied, que imagina una Noruega intervenida por esta Rusia neoimperial ante la inacción del resto de Europa. Lo peor de todo es que lo que está pasando no es ficción.



noticia miercoles

sfdfe

El reconocimiento del presidente ruso, Vladímir Putin, de la independencia de las regiones ucranias de Donetsk y Lugansk, autodenominadas repúblicas por los separatistas prorrusos, sitúa la crisis abierta en torno a Ucrania en un escenario nuevo en el que, sin duda, existe un mayor riesgo de que se desate la violencia. En este videoanálisis le resumimos las razones de este reconocimiento por parte de Rusia, su contexto en el marco de los acuerdos de Minsk de 2015 y el trasfondo de este movimiento político. Putin no ha tomado esta decisión de forma espontánea, ha seguido la hoja de ruta marcada por la Cámara baja rusa. Esta era precisamente una de las vías de posible escalada de tensión, en paralelo al despliegue militar.

decisión llega cuando más cuestionados están los acuerdos de Minsk, que en 2015 sellaron un alto el fuego en la región. El objetivo era que Ucrania diera mayor autonomía a esta región con un nuevo estatus, pero ni esto se logró ni desapareció la violencia. Con este nuevo movimiento político, en el mejor de los casos, Rusia está dando un nuevo tirón en su negociación con armamento pesado y volver a las fronteras de seguridad de la Guerra Fría. El objetivo, que la OTAN retroceda en su expansión en Europa del Este. Aunque la crisis ha subido un escalón y está más cerca de las armas que de la política, Rusia o, más bien Putin, mantienen una de cal y otra de arena, porque pese a todo, no rechaza todavía sentarse cara a cara con Estados Unidos y cerrar un nuevo acuerdo.




maria alejandra garzon
argentina-buenos aires
dr pedro ignacion rivera
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